En la selección del New York Times que El País ofrece los jueves, he visto un artículo sobre algunas recientes investigaciones lingüístico-fisiológicas en las que se ha comprobado que las personas (con cables electrodérmicos en los brazos y en las yemas de los dedos) dan muestras de alteración instantánea al oír palabrotas y obscenidades: “sus […]