Nella strada principale di Catania, negli ultimi giorni di gennaio, qualcuno ha portato via nottetempo le coperture metalliche per rivendersele. I buchi sono stati tappati alla men peggio con qualche tavola di legno. La cosa sembra aver lasciato indifferenti i passanti. Ma ha attirato la curiosità di una ragazza spagnola armata di videocamera - Clamoroso in Via Etnea: spuntano i ladri di tombini
Clamoroso en Via Etnea: aparecen los ladrones de alcantarillas
Hurtos nocturnos dejan las alcantarillas de Via Etnea al descubierto. A la avenida que une la Catedral con el Etna, centro comercial y económico de la ciudad, puede pasar que se despierte con un agujero nuevo. Las aceras aparecen decoradas por redecillas de color naranja que advierten del peligro. Las cubiertas metálicas de las alcantarillas son objeto de hurto y ahora las remplaza una madera u otro tipo de tapadera provisional.
”Las roban para después venderlas” nos dice un ciudadano al preguntarle por las desaparecidas cubiertas metálicas. “El problema, continua, es que no se sabe quienes son, ni a quien se las venden, porque no hay vigilancia”.
Los delincuentes callejeros, al parecer, han encontrado en las alcantarillas el nuevo negocio con el que afrontar la crisis. Ya no importa si el material es 100% hierro, lo que vale es que se vende en el mercado negro. Negro como la oscuridad de la noche en la que estas bandas actuan sin problemas, ya que la vigilancia en Via Etnea es mínima. “Somos sólo dos patrullas para todo el centro. No nos podemos dedicar a vigilar si roban las cubiertas de las alcantarillas”, declara un guardia de la zona.
El pasado lunes diecinueve, en un perímetro de cien metros los paseantes debían sortear hasta nueve obstáculos envueltos en redecillas naranjas que señalaban del riesgo de tropezar con alguno de ellos, ya que no se reparó el daño hasta bien entrada la tarde.
Las cubiertas de las alcantarillas se roban de noche, por la mañana se sustituyen y de tarde se vuelven a colocar las adecuadas. Un ciclo que asegura el nuevo negocio de las bandas callejeras.
Pequeños hurtos que han pasado de la periferia, a la avenida más visitada de la ciudad. Si los objetos de tráfico inmersos en los agujeros de las alcantarillas ya eran parte del paisaje en la zona de Lungomare, ahora los cataneses empiezan a acostumbrarse al color naranja en las acercas grises de Via Etnea.